ELENCO (Orden alfabético)
Patrizia Alonso
Valeria Borges
Ramiro Echevarría
Hernán Herrera
Max Mirelmann
Rodolfo Perez
Diego Rinaldi
Leticia Torres
Magdalena Usandivaras
Lorena Viterbo
Claudia Zima

EQUIPO TECNICO Y CREATIVO
Escenografía y Vestuario
Alejandra Polito

Diseño de Iluminación
Matías Sendón

Dirección Coreográfica y Colaboración Creativa
Mayra Bonard

Musica
Federico Marrale

Producción Ejecutiva
Juan Borraspardo y Marina Rosetti

Asistencia de Dirección y Fotos
Juan Borraspardo

Dirección
Román Podolsky




"Mundo Fabril" 
Espectaculo seleccionado para "Formacion de espectadores 2011"

El mundo del trabajo, con mirada humorística

Por, Patricia Espinosa - Ambito Financiero - 
Jueves 9 de Junio 2011

A «Mundo fabril» de Podolsky no le interesa ideologizar a sus personajes, sino mostrarlos en sus momentos de descanso.















«Mundo Fabril» de R. Podolsky. Int.: M. Avellaneda, V. Borges, J. Borraspardo, R. Echevarría, H. Herrera y otros. Esc. y Vest.: A. Polito. Dis. Ilum.: M. Sendón. Coreog.: M. Bonard. Mús.: F. Marrale (Teatro del Abasto).

En «Tiempos modernos» (1936) hay dos escenas antológicas que reflejan de manera cómica la alienación del trabajo fabril. En una se lo ve a Charles Chaplin (vestido de overol) ajustando tuercas a un ritmo tan frenético que termina siendo víctima de un colapso nervioso, y en otra es engullido literalmente por una gran maquinaria. Ambos episodios muestran al obrero en su punto más alto de deshumanización.

El director Román Podolsky («Las Primas») también se vale del humor para describir un ámbito laboral de por sí muy conflictivo, pero «Mundo Fabril» (pieza de creación colectiva) no apunta a la crítica social ni está cargada de ideología como en los tiempos de Chaplin; simplemente hace foco en la subjetividad de un grupo de operarios, para preguntarse qué sienten; qué desean y de qué hablan en sus tiempos de descanso.

La relación con el trabajo está expresada a través de coreografías grupales -creadas por Mayra Bonard, ex integrante «El descueve»- que alternan con la acción dramática sin fusionarse con ella, pero con un ajustado nivel de abstracción.

Los movimientos de los intérpretes evocan los rasgos más exasperantes de la rutina fabril, donde cada operario funciona como un engranaje más (la escenografía de Alejandra Polito también realza el dinamismo a la puesta con sus paneles deslizantes).

No se trata de una industria en particular, ni de determinados puestos u oficios. Lejos del apunte documentalista, cada obrero va aportando su testimonio personal, distorsionado en buena medida por fantasías propias, rumores ajenos y mitos compartidos. Algún reclamo sindical, la necesidad de cobrar el salario a tiempo, el temor ante los reiterados accidentes de trabajo no son temas que opaquen la ternura y vitalidad de estos seres anónimos.

La eficacia de estas viñetas en las que el dolor circula muy escondido, se debe en buena medida al convincente desempeño actoral de todo el elenco. Cada quien tendrá su preferido, pero no obstante cabe destacar la labor de Hernán Herrera (el que le habla a las máquinas para mejorar su rendimiento); Valeria Borges (la operaria que estudió masoterapia para progresar) y Magdalena Usandivaras (impresiona su relato, carente de toda emoción, del accidente fabril que destrozó el cuerpo de su marido). 
Mundo Fabril | Román Podolsky
por Verónica Miramontes

Expresiones cotidianas se articulan en una partitura fabril, cuerpos como partes de una máquina, algunos perdiendo partes de su cuerpo, otros un ser querido. Pero todos de algún modo están aferrados a la vida, encontrándose en el quehacer laboral o algún recreo, rasguñando algún rincón de este mundo con un pedido, un curso, una canción. La esperanza aquí es lo único que no pierden.  Algunos buscan reinventarse aun siendo parte de una automatización, logran encontrar una salida, no perder el sentido de lo humano, de lo incidental de la vida, del accidente como posibilidad.
La puesta es muy sencilla y eso la hace aun más bella. Román Podolsky, su director, tiene una mirada especial sobre lo cotidiano, lo rutinario, los modos del habla, los tonos y las expresiones, sabe destacar el brillo de lo más primario de la vida y el brillo que puede devenir, en este caso, de la repetición. Las actuaciones son muy buenas y están todas en un campo expresivo muy a la altura del mundo que arman, trabajan en conjunto, en contrapunto y en equipo como una buena fábrica productora de sentido y sensibilidad.
MUNDO FABRIL, MUNDO PODOLSKY
Por Osvaldo Sabino.
La nueva pieza de Román Podolsky
atrapa a la audiencia desde el mismo momento cuando entra a la sala
No hay nada más alienante que la rutina, más aún cuando no hay posibilidades de hacer algo diferente para matizarla y lograr abstraerse de ella, aunque sólo sea por un instante. 


Las pequeñas historias que nos presenta PODOLSKY en MUNDO FABRIL, les serán familiares a muchos de los espectadores. Son relatos superficiales, ínfimos retazos de vidas que pasan sus horas calcadas, y en las que la única variante es la llegada del día de cobro. La obra sorprende y cautiva con su compleja simpleza. Cada personaje cuenta una historia que encierra un universo lindante con la opaca realidad cotidiana. Resulta sorprendente que nada de lo que uno espera aparece en el escenario. El elenco se deshumaniza y pasan a ser piezas de una maquinaria de producción que sólo les permite recordar, por instantes incompletos, su condición natural en la que el amor, el embarazo, la sexualidad, los sueños, las ambiciones, deben ser sacrificados en pos del funcionamiento de ese mundo en el que viven como autómatas la mayor parte de sus días. La fábrica es un espacio en el que todo se fragmenta. El vacío se compone y se descompone por medio de unos paneles móviles que sirven de marco para que -entre movimientos casi robóticos que se repiten hasta sofocarnos- la audiencia vaya descubriendo retazos de esas vidas (o de ese sinvivir) que se frustran en un mundo en el que nada importa, ni los sentimientos que no pueden alcanzar, ni la salud amenazada por la manipulación diaria de materiales tóxicos. El sistema productivo es lo que prevalece sobre todo. Allí los obreros dejan de lado su ser y entran a formar parte del anonimato; piezas de una maquinaria a la que llegan a ver como sus iguales, y a las que les hablan (y de las que hablan) como si fueran seres de delicadeza extrema a los que deben cuidar con la inteligencia y destreza que se aplican en una sala de terapia intensiva.

MUNDO FABRIL es una máquina que funciona a la perfección, un espacio donde el director ha dibujado el movimiento de los actores con trazos muy finos, marcando cada entrada y cada salida con tal pericia, que ese mundo irreal termina cargado de verdad. No sólo por el texto y la dirección impecable de ROMÁN PODOLSKY, pero también por el estupendo equipo que lo acompaña. 

MAYRA BONARD ha creado una hipnótica coreografía, armada en base a una dura combinación de movimientos repetidos. El espacio es aprovechado en todo su potencial gracias a la escenografía transportable de ALEJANDRA POLITO, que se funde dramáticamente con las luces diseñadas por MATÍAS SENDÓN. Todo esto está enmarcado por la creación musical de FEDERICO MARRALE que, con compases exasperantes, crea ritmos casi táctiles de ese mundo deshumanizado, y con ellos, complementa poderosamente varios pasajes de la puesta.

Todo el elenco de MUNDO FABRIL, es parejo y se destaca con sus actuaciones que arrancan de situaciones estáticas semejantes a fotografías de rostros que de tanta inexpresividad logran transmitir todos los sentimientos que buscó expresar el autor. Con sus intervenciones, LETICIA TORRES¸ con mucha fuerza, lleva adelante cierto hilo argumental. DIEGO RINALDI, con su probada habilidad actoral, compone un personaje algo maniático, un tanto avergonzado de tener que ir a buscar trabajo en una fábrica, y en una escena comparte con FITO PÉREZ (muy balanceado en su rol de dirigente sindical), mostrándose esquivo, y escondiendo su sexualidad aparente. PATRIZIA ALONSO, interpreta un difícil rol en el que los silencios la obligan a desplegar todo su inagotable caudal histriónico, ella es “la tercerizada” -algo que repite en cada una de las oportunidades que le toca hablar- y, como tal, observa las diferentes situaciones juzgando con su expresión, pero desde los silencios. Y LORENA VITERBO, que recrea una magnífica “Lili”, la joven que, con su descaro, se atreve a romper algo de esa agobiante rutina fabriquera; la frialdad de sus gestos y el hielo de su mirada, logran penetrar a la audiencia. 


Con su rigurosa dirección, ROMÁN PODOLSKY ha logrado una obra universal, sin espacio ni tiempo, observando detrás de un cristal un espacio pocas veces frecuentado en el teatro contemporáneo, y lo retrata a través de la exposición del mundo interior que pueden manifestar los obreros durante sus breves intervalos de descanso, cuando momentáneamente dejan de ser máquinas y, por unos pocos minutos, recuperan una mínima porción de su humanidad. Dentro de esos pequeños mundos que alcanzamos a espiar, se combina lo habitual, la inseguridad, la incertidumbre, la frustración, la angustia contenida y, sobre todo, la desilusión. Lo que presenta PODOLSKY en MUNDO FABRIL, es un mundo donde la realidad aflora desde la nada, no importa en qué momento, sólo cuenta que estos personajes se repiten y se multiplican como espejos en nuestra sociedad, y con ellos nos conmociona a todos crudamente. 
Román Podolsky 


MUNDO FABRIL forma parte de la realidad cotidiana de un gran segmento de la población mundial, y por más que vivamos en mundos (que creemos) diferentes, no podemos apartarnos de la amarga verdad que impone ese mecánico universo deshumanizante de las rutinas.

© OSVALDO SABINO para PRESSENTA.COM.AR - Buenos Aires, mayo 2011.
Escritor, Dramaturgo, Crítico y Director teatral - www.osabino.com


Mira la entrevista a Román Podolsky por Germán Rodriguez para Alternativa Teatral

MUNDO FABRIL por


Fabrica, concreto...operarios y maquinas y hombres y mujeres con un ritmo tan estructurado de trabajo que ellos mismos son las maquinas. Me recordó a lo que a veces siento cuando voy a trabajar, ese ritmo agobiante, donde uno deja de ser uno para pasar a ser un engranaje en esta gran maquina.

Tiempo de descanso, y nuevamente el ritmo aparece. Es una obra donde se ven coreografías donde cada actor interpreta a una parte de la maquina y se sostiene esa imagen en el tiempo quizás para transmitir al espectador esa sensacion de pesadez, de monotonía. Muy bien logrado.

La puesta es funcional, móvil y dura. En un momento un operario se desmaya y de repente, los demás, lo tratan de arreglar como si fuese una maquina, entonces el operario deja de ser hombre, deja de ser humano para ser solo una maquina, que ya no sirve y hay que tirar y reemplazar. Maquina, hombre y en ese ritmo son uno solo. Solo al final, se descansa, cuando termina el horario.

Aplaudí con muchas ganas....el momento mas pleno es cuando uno sale de trabajar...me sentí libre, como esos operarios.

Y era lunes! esa es la mejor parte...totalmente inesperado para un lunes.

Muy Bueno

"MUNDO FABRIL" de Román Podolsky

LUNES 21HS TEATRO DEL ABASTO - HUMAHUACA 3549 - RESERVAS 4865 0014






RADIO - PROGRAMA SUBE y BAJA
CONDUCIDO POR HERNAN PAIRETTI POR AM 1710

ESPECIAL "MUNDO FABRIL"
CON ROMÁN PODOLSKY y LORENA VITERBO


(Para escucharlo hace link en la imagen)



Mundo Fabril

Unos cuantos paneles que giran, una música que acompaña, y un cúmulo de personas que interactuan entre conceptos típicos de un mundo que desconocen, pero intentan recrearlo en un escenario, así nace “Mundo Fabril”. La propuesta apareció en un taller de Román Podolsky, una propuesta integral y bien homogénea, donde la gente unifica una idea y junto con la presencia notable del director, intensifica la forma y el modo.
Con ductilidad, y muchísimas acciones físicas, y casi inexistente palabra, cuentan la historia de un grupo de obreros de fábrica, a veces son ellos, a veces son máquinas y a veces, expresan claramente lo mecánico que puede volverse un espacio de trabajo cuando el género humano deja de tener importancia.
Si hay algo de destacar en particular de esta propuesta, es que todos son muy importantes y a la vez, imprescindibles, todo el grupo artístico logra su destaque y relevancia en escena, desde los actores, pasando por el director, hasta la música, la escenografía, y la producción, en “Mundo fabril” se ve todo integrado, quizá eso es lo que vuelve interesante la pieza teatral. ¡Muy recomendable! ¡Para ver! (Vida y amor por la palabra).


Mundo Fabril - La sensibilidad de las máquinas
Obra escrita y dirigida por Roman Podolsky



Humanidad de las máquinas, maquinalidad de los humanos: esta podría ser la premisa de Mundo fabril. También el binomio: dar vida a la fábrica, dar la vida en la fábrica.
Fusión inevitable y tóxica de vida y trabajo. Y no es cuestión de dejar de trabajar, pero por lo menos que les paguen más.
Pequeños retazos de vida, focalizados con justa sensibilidad. Discursos recortados y pegados, que en ese traslado consiguen abrirse pequeñas grietas que los poetizan. Es un mundo que se recorta, se despliega, se arma y se desarma, como el espacio escénico. Y, alternadamente con los discursos y situaciones, se procede a la danza de la producción. Reminiscencias de cierta película donde los ruidos y movimientos de la mecánica se reubican en un plano musical.
Bellas imágenes danzadas, para retratar el automatismo, la alienación, la pequeña y sutil magia de los cuerpos que saben lo que hacen, aunque no sepan para qué.
Comprobamos que el mundo fabril no tiene tiempo. Que la Historia con mayúscula atraviesa las historias minúsculas. Que las operarias se sueltan el pelo después de su jornada de trabajo, para volver a ser mujeres.
Ahí donde nadie mira, puertas adentro, Mundo Fabril pone un ojo y una oreja; amplifica un universo lleno de extraña vitalidad. Retrato del instante en que, como inquietante ráfaga, por el rabillo del ojo, percibimos que hombre y máquina son la misma cosa. Por eso, dice uno de los operarios, a las máquinas hay que tratarlas bien.

Sol Lebenfisz


espectaculos

Lunes, 4 de abril de 2011

TEATRO › ROMAN PODOLSKY Y MUNDO FABRIL, SU NUEVA PUESTA

Fábrica, metáfora y espejo

“La fábrica es un sustrato sobre el que transcurre la vida cotidiana”, dice el director y autor, que en el Teatro del Abasto utiliza ese ámbito para dibujar una lógica y un hilo de historias que va mucho más allá de lo relacionado con el mundo laboral.

Por Carolina Prieto

En la fábrica imaginada por Román Podolsky y sus actores, una trabajadora se pierde en anécdotas familiares de sus antepasados peronistas y nunca termina de contar el micro-emprendimiento que la tiene tan entusiasmada. Otra, enfurecida porque no le dan el cambio de turno que le permitiría ayudar a sus hermanos en los estudios, ve con buenos ojos a un compañero y, en un descanso de trabajo, lo saca a bailar un lento, bien apretaditos. Otra le practica masoterapia a un trabajador que está desencajado. Otro confiesa hablarle a la máquina para que no se descomponga, antes de ejemplificar las ridiculeces que le enuncia cada día. Otro siente que el montacargas que maneja diariamente es como una montaña rusa. ¿Deliran? Nada de eso, simplemente exponen sus mundos internos cuando el ritmo productivo se interrumpe y se abre un espacio para la humanidad.

Claro que el ámbito de Mundo Fabril –espectáculo que el director y autor de piezas elogiadas del off como Harina, Guardavidas y Aureliano estrenó el lunes pasado en el Teatro del Abasto– poco tiene de una usina real; más bien es un lugar desangelado y vacío en el que unos paneles grises sugieren distintos ámbitos teñidos de una música industrial. Allí once personajes desnudan su intimidad en forma fragmentada, como pinceladas que delinean contornos. Entre confesiones y movimientos mecánicos, repetitivos y absurdos que ejecutan, asoma un humor que brota pesar de ellos mismos, además de reclamos e injusticias laborales dolorosamente reconocibles, incluida la figura del delegado que no resuelve nada, los accidentes de trabajo y las enfermedades asociadas a la manipulación de elementos tóxicos.

“No representamos una fábrica en el sentido realista del término, ni los actores representan obreros ni ejecutan tareas fabriles objetivas. Más bien están ocupados en tareas irrelevantes. La fábrica es un sustrato sobre el que transcurre la vida cotidiana, un marco para poner en contrapunto dos lógicas: la del sistema productivo con los cuerpos al servicio del trabajo, y otra que tiene que ver con el deseo de las personas y con las cosas que les pasan a pesar de ellos mismos. La primera borra la singularidad; la otra la pone en primer plano”, advierte Podolsky en diálogo con Página/12. La obra surgió a partir de la muestra de fin de año que el director y sus alumnos realizaron en el 2009, como cierre de un seminario de dramaturgia del actor. Durante ese año trabajaron el tema de la fábrica, un universo alejado de la realidad del grupo con excepción de dos actores. Uno de ellos había trabajado en una fábrica y otro era un consultor externo. “Era un universo a descubrir, un viaje”, apunta el creador, que una vez concluida la muestra sintió tal entusiasmo que decidió ir por más. Y durante todo el año pasado profundizaron para llegar a un espectáculo. Visitaron dos fábricas (Pepsico, de punta, y Ceras Suiza, más pequeña y familiar), entrevistaron a trabajadores y supervisores y terminaron de formar un equipo creativo que se completó con Mayra Bonard (a cargo de las coreografías), Federico Marrale (responsable de la música), Matías Sendón (luces) y Alejandra Polito (escenografía).

“En las fábricas me interesaba ver qué pasaba con los cuerpos, porque es ahí donde esas dos lógicas tienen escena. Mientras trabajaban eran cuerpos anónimos montados en un dispositivo mecánico, como extensiones de la máquina repitiendo movimientos rudimentarios durante horas. Y en los momentos de descanso, cuando paraban para comer o ir al baño, los cuerpos se aflojan, aparecen chistes, risas, comentarios. Incluso mientras trabajaban, muchos escuchaban música con sus auriculares, o si tenían alguien cerca charlaban. Es un sistema con grietas en el que algo de la comunicación se hace posible”, asegura el director. Con todo ese bagaje encima y a partir de consignas, los actores fueron imaginando sus criaturas y delineado sus mundos. Podolsky tomó esos materiales hechos de acciones y palabras y fue tejiendo la dramaturgia. “Fue genial escuchar a los actores: cómo asocian a partir de un tema dado y cómo más allá de lo que quieren decir aparecen cuestiones inesperadas que nos sorprenden a todos. Así fueron apareciendo las singularidades”, comenta.

A su vez, la coreógrafa y bailarina Mayra Bonard –ya había colaborado en Aureliano, un trabajo anterior de Podolsky– se sumó para organizar las secuencias grupales de movimiento, que si bien remiten a las máquinas no se limitan a ilustrar su funcionamiento. Hay una zona de ambigüedad: por momentos los cuerpos podrían ser partes de la máquina o las mismas mercancías que se desplazan en la cadena de montaje. “La indefinición aparece también en el personaje del que cae al piso y es tratado por sus compañeros como una máquina y no como un humano. Como para pensar cuánto hay de producto, de mercancía o de máquina en nosotros”, apunta el director. Tampoco aparece definido qué es lo que se produce en esa fábrica; la mirada del espectador accede a ella a través de los paneles que manipulan los actores, que abren, achican y recortan la visión del espacio como el lente de una cámara.

En abril, el director y dramaturgo reestrenará Las Primas o la voz de Yuna, adaptación de la novela de Aurora Venturini (ganadora del premio Nueva Novela de Página/12) que fue muy bien recibida el año pasado y, a mitad de año, presentará en Timbre Cuatro una versión libre de La Strada, de Fellini, con un elenco encabezado por Claudio Da Passano y Malena Figó, quienes lo convocaron para la dirección. Más allá de generar los proyectos o de recibir invitaciones, el director configura sus montajes desde una óptica basada en la dramaturgia del actor, una técnica a la que arribó casi sin darse cuenta, sintetizando aportes de distintos maestros e intereses personales. Ente ellos destaca a la directora Helena Tritek –“fui su asistente y me influyó su manera de armar, en la que el sentido no está dado de antemano, sino que resulta de la articulación de los materiales”, aclara– y el psicoanálisis de orientación lacaniana, disciplina que estudia desde hace muchos años. Fue en Harina, el unipersonal ganador de varios premios que creó junto a la actriz Carolina Tejeda –como la conmovedora panadera de un pueblo de provincia que la desaparición del ferrocarril terminó de sepultar– donde asentaron esta metodología. “Ella traía materiales, los probábamos, yo sugería puntas, ella improvisaba, yo registraba. En Guardavidas lo volví a poner en práctica y funcionó. Me interesa tomar lo que los actores dicen, escuchar no tanto lo que quieren trasmitir, sino lo que aparece al margen de esa voluntad de decir, que es donde surgen las cosas más interesantes. Encontré una manera de contar más poética y menos ilustrativa”, concluye.

* Mundo Fabril puede verse los lunes a las 21 en el Teatro del Abasto (Humahuaca 3549) con las actuaciones de Patricia Alonso, Valeria Borges, Ramiro Echevarría, Hernán Herrera, Max Mirelmann, Rodolfo Pérez, Diego Rinaldi, Leticia Torres y Magdalena Usandivaras.

CON MUNDO FABRIL, ROMAN PODOLSKY PROSIGUE SU BUSQUEDA TEATRAL

El director y dramaturgo Román Podolsky estrenó Mundo fabril, un ejercicio teatral interpretado por trece actores-autores, que con momentos disímiles puede verse en el Teatro del Abasto.

Todo ocurre en el interior de una fábrica no especificada, donde obreras y obreros reflexionan sobre sus vidas personales, mezcladas con el tema laboral y sus dificultades, enunciadas mayormente en un supuesto diálogo con la platea.

La pieza es un ejemplo tácito de los nuevos caminos del teatro local, con relatos que tienden a la fragmentación y rompen el concepto clásico de aquello de lo que se espera tenga un fin coherente.

Podolsky, con valiosos antecedentes como Harina, Aureliano y Las primas o la voz de Yuna, distintas en sus formas dramáticas, tiene la virtud de poder armar un todo con esas historias dispersas.

Ese tono individual y a veces competitivo de los relatos de los actores-dramaturgos puede vincularse a que los trece crecieron en épocas del discurso único y el neoliberalismo, años que no permitían enfocar lo colectivo de las generaciones precedentes.

En ese sentido lo que el espectáculo parece lamentar es la dificultad de comunicarse, la alienación de esos seres condenados a desarrollar una tarea diaria que les otorga el único beneficio de la supervivencia y muy menguados disfrutes.

La pieza deliberadamente no muestra a esos obreros trabajando y lo más parecido a una tarea compartida son esos pasajes coreografiados por Mayra Bonard ex El Descueve-, en un juego que no deja de ser atractivo.

Lo son también los cambios escenográficos con paneles de Alejandra Polito realizados por los propios oficiantes y un elenco parejo dentro de la corrección, en el que las simpatías personales cumplen su papel.

Mundo fabril se muestra en el Teatro del Abasto, Humahuaca 3549, los lunes a las 21.

HÉCTOR PUYÓ

MUNDO FABRIL

Destacando lo dicho por Garcìa Marquez, que en las primeras lìneas, una novela, debìa seducir al lector haciendo una extrapolaciòn al teatro, podemos afirmar que Mundo Fabril atrapa a los espectadores despertando no solo el interès intelectual de la narrativa sino que potencia los sentidos enriqueciendo el hipnotismo de los presentes. El escenario es un espacio envolvente, cambiante, donde las visuales se interrelacionan en distintas perspectivas y escalas, situaciones acompañadas por una mùsica de caràcter concreto y maquinista, compàs rìtmico, àspero despertando imàgenes con presunciòn de olores de humo, sensaciones tàctiles de màquinas inexistentes funcionando haciendo que el espectador forme parte de un grupo de actores sincronizados en una danza moderna. Los actores son màquinas y las màquinas son actores, mostrando la deshumanizaciòn del trabajo producida a partir de mediados del siglo dieciocho por la mal llamada revoluciòn industrial. Con un ritmo rutinario, repetitivo orquestado coherentemente, con astuta creatividad de la direcciòn de Romàn Podolsky, dentro de una escenografìa espacial, dinàmica de Alejandra Polito que logra mover planos con los actores, dònde el todo es particular y general. los planos paredes son màquinas, instrumentos musicales que al deslizarse generan mùsica combinada con la apropiada elecciòn de sonidos de Federico Marrale.El espacio sòlido se logra con una iluminaciòn de Matìas Sendòn, cùbica, pesada, propia de fàbrica de edad madura, anciana. La coreografìa de Mayra Bonard es una concatenaciòn de situaciones que con gran oficio logra que todo sea multiespacial, hombre, paredes, sonidos, luces, no dejando huecos a la distracciòn. Lo relevante de Mundo Fabril es el ritmo en su escala grupal e individual, sumando el concepto contemporàneo de amalgamar las distintas expresiones del arte escénico, narrativa, música y danza. El grupo de actores dan la escala global de las màquinas, construyen el sentido de producciòn rìtmica y dominante del ser individual, y, a la vez nos trae, en cada uno de ellos, su dramatizaciòn existencial de fracasos y aciertos de su vida. Estos pasajes individuales dan una escala humana a la obra, dentro del terrible fragor de sometimiento creado por el clima destructivo que devora a los personajes. Finalmente Mundo Fabril es una puesta en escena de absoluta coherencia, que, con una economìa de recursos, se obtiene, un resultado final, donde, el todo es a las partes, como, las partes, son al todo. Nada es excluyente, todo se incluye en una obra que, por su intensidad, representa un tiempo de espectàculo mayo al trancurrido. EDGARDO RODRIGUEZ



La dimensión humana


El mundo fabril que nos regala Román Podolsky no fabrica absolutamente nada pero produce un reconfortante goce estético sumado a unas actuaciones increíbles que aportan la dimensión humana en un universo mecánico.
Once obreros de una fábrica de vaya a saber uno qué se entregan a sus reiterativas y absurdas tareas haciendo cada tanto una pausa para contar un fragmento de su historia. Esta lograda combinación de movimientos coreografiados (hechos con el valioso aporte de Mayra Bonard) y los acertados textos de Podolsky crean un mundo en el cual, en medio del alocado ritmo fabril, se cuela inexorable el irreductible espíritu humano. Así nos vamos enterando de pequeños detalles de la vida de estos obreros, de su relación con las máquinas, su vocación artística, sus tristezas y sus reclamos. "Mundo fabril" no se entrega a la crítica anti sistema (aunque tampoco la elude) ni a la exaltación del movimiento obrero sino que rescata la bella humanidad de cada uno de los operarios convertidos en engranajes. En ese trajinar absurdo de estos once personajes se impone sobre la máquina la presencia de la vida.
Además de una excelente puesta en escena, Podolsky acierta en la elección de actores. No hay un intérprete que haga una mala labor, el elenco completo forma un equipo sumamente eficaz y cada uno de ellos tiene su momento para lucirse. Una obra impecable que pasa demasiado rápido. Cuando menos lo esperamos el reloj anuncia el fin de la jornada.

Martin Fernández Tojo

TODOS LOS LUNES 21HS
"MUNDO FABRIL" de ROMÁN PODOLSKY


TEATRO DEL ABASTO

RESERVAS 4865-0014

HUMAHUACA 3549

ENSAYOS - FEBRERO 2011 -