MUNDO FABRIL, MUNDO PODOLSKY
Por Osvaldo Sabino.
La nueva pieza de Román Podolsky
atrapa a la audiencia desde el mismo momento cuando entra a la sala
No hay nada más alienante que la rutina, más aún cuando no hay posibilidades de hacer algo diferente para matizarla y lograr abstraerse de ella, aunque sólo sea por un instante. 


Las pequeñas historias que nos presenta PODOLSKY en MUNDO FABRIL, les serán familiares a muchos de los espectadores. Son relatos superficiales, ínfimos retazos de vidas que pasan sus horas calcadas, y en las que la única variante es la llegada del día de cobro. La obra sorprende y cautiva con su compleja simpleza. Cada personaje cuenta una historia que encierra un universo lindante con la opaca realidad cotidiana. Resulta sorprendente que nada de lo que uno espera aparece en el escenario. El elenco se deshumaniza y pasan a ser piezas de una maquinaria de producción que sólo les permite recordar, por instantes incompletos, su condición natural en la que el amor, el embarazo, la sexualidad, los sueños, las ambiciones, deben ser sacrificados en pos del funcionamiento de ese mundo en el que viven como autómatas la mayor parte de sus días. La fábrica es un espacio en el que todo se fragmenta. El vacío se compone y se descompone por medio de unos paneles móviles que sirven de marco para que -entre movimientos casi robóticos que se repiten hasta sofocarnos- la audiencia vaya descubriendo retazos de esas vidas (o de ese sinvivir) que se frustran en un mundo en el que nada importa, ni los sentimientos que no pueden alcanzar, ni la salud amenazada por la manipulación diaria de materiales tóxicos. El sistema productivo es lo que prevalece sobre todo. Allí los obreros dejan de lado su ser y entran a formar parte del anonimato; piezas de una maquinaria a la que llegan a ver como sus iguales, y a las que les hablan (y de las que hablan) como si fueran seres de delicadeza extrema a los que deben cuidar con la inteligencia y destreza que se aplican en una sala de terapia intensiva.

MUNDO FABRIL es una máquina que funciona a la perfección, un espacio donde el director ha dibujado el movimiento de los actores con trazos muy finos, marcando cada entrada y cada salida con tal pericia, que ese mundo irreal termina cargado de verdad. No sólo por el texto y la dirección impecable de ROMÁN PODOLSKY, pero también por el estupendo equipo que lo acompaña. 

MAYRA BONARD ha creado una hipnótica coreografía, armada en base a una dura combinación de movimientos repetidos. El espacio es aprovechado en todo su potencial gracias a la escenografía transportable de ALEJANDRA POLITO, que se funde dramáticamente con las luces diseñadas por MATÍAS SENDÓN. Todo esto está enmarcado por la creación musical de FEDERICO MARRALE que, con compases exasperantes, crea ritmos casi táctiles de ese mundo deshumanizado, y con ellos, complementa poderosamente varios pasajes de la puesta.

Todo el elenco de MUNDO FABRIL, es parejo y se destaca con sus actuaciones que arrancan de situaciones estáticas semejantes a fotografías de rostros que de tanta inexpresividad logran transmitir todos los sentimientos que buscó expresar el autor. Con sus intervenciones, LETICIA TORRES¸ con mucha fuerza, lleva adelante cierto hilo argumental. DIEGO RINALDI, con su probada habilidad actoral, compone un personaje algo maniático, un tanto avergonzado de tener que ir a buscar trabajo en una fábrica, y en una escena comparte con FITO PÉREZ (muy balanceado en su rol de dirigente sindical), mostrándose esquivo, y escondiendo su sexualidad aparente. PATRIZIA ALONSO, interpreta un difícil rol en el que los silencios la obligan a desplegar todo su inagotable caudal histriónico, ella es “la tercerizada” -algo que repite en cada una de las oportunidades que le toca hablar- y, como tal, observa las diferentes situaciones juzgando con su expresión, pero desde los silencios. Y LORENA VITERBO, que recrea una magnífica “Lili”, la joven que, con su descaro, se atreve a romper algo de esa agobiante rutina fabriquera; la frialdad de sus gestos y el hielo de su mirada, logran penetrar a la audiencia. 


Con su rigurosa dirección, ROMÁN PODOLSKY ha logrado una obra universal, sin espacio ni tiempo, observando detrás de un cristal un espacio pocas veces frecuentado en el teatro contemporáneo, y lo retrata a través de la exposición del mundo interior que pueden manifestar los obreros durante sus breves intervalos de descanso, cuando momentáneamente dejan de ser máquinas y, por unos pocos minutos, recuperan una mínima porción de su humanidad. Dentro de esos pequeños mundos que alcanzamos a espiar, se combina lo habitual, la inseguridad, la incertidumbre, la frustración, la angustia contenida y, sobre todo, la desilusión. Lo que presenta PODOLSKY en MUNDO FABRIL, es un mundo donde la realidad aflora desde la nada, no importa en qué momento, sólo cuenta que estos personajes se repiten y se multiplican como espejos en nuestra sociedad, y con ellos nos conmociona a todos crudamente. 
Román Podolsky 


MUNDO FABRIL forma parte de la realidad cotidiana de un gran segmento de la población mundial, y por más que vivamos en mundos (que creemos) diferentes, no podemos apartarnos de la amarga verdad que impone ese mecánico universo deshumanizante de las rutinas.

© OSVALDO SABINO para PRESSENTA.COM.AR - Buenos Aires, mayo 2011.
Escritor, Dramaturgo, Crítico y Director teatral - www.osabino.com