Mundo Fabril | Román Podolsky
por Verónica Miramontes

Expresiones cotidianas se articulan en una partitura fabril, cuerpos como partes de una máquina, algunos perdiendo partes de su cuerpo, otros un ser querido. Pero todos de algún modo están aferrados a la vida, encontrándose en el quehacer laboral o algún recreo, rasguñando algún rincón de este mundo con un pedido, un curso, una canción. La esperanza aquí es lo único que no pierden.  Algunos buscan reinventarse aun siendo parte de una automatización, logran encontrar una salida, no perder el sentido de lo humano, de lo incidental de la vida, del accidente como posibilidad.
La puesta es muy sencilla y eso la hace aun más bella. Román Podolsky, su director, tiene una mirada especial sobre lo cotidiano, lo rutinario, los modos del habla, los tonos y las expresiones, sabe destacar el brillo de lo más primario de la vida y el brillo que puede devenir, en este caso, de la repetición. Las actuaciones son muy buenas y están todas en un campo expresivo muy a la altura del mundo que arman, trabajan en conjunto, en contrapunto y en equipo como una buena fábrica productora de sentido y sensibilidad.