Mundo Fabril - La sensibilidad de las máquinas
Obra escrita y dirigida por Roman Podolsky



Humanidad de las máquinas, maquinalidad de los humanos: esta podría ser la premisa de Mundo fabril. También el binomio: dar vida a la fábrica, dar la vida en la fábrica.
Fusión inevitable y tóxica de vida y trabajo. Y no es cuestión de dejar de trabajar, pero por lo menos que les paguen más.
Pequeños retazos de vida, focalizados con justa sensibilidad. Discursos recortados y pegados, que en ese traslado consiguen abrirse pequeñas grietas que los poetizan. Es un mundo que se recorta, se despliega, se arma y se desarma, como el espacio escénico. Y, alternadamente con los discursos y situaciones, se procede a la danza de la producción. Reminiscencias de cierta película donde los ruidos y movimientos de la mecánica se reubican en un plano musical.
Bellas imágenes danzadas, para retratar el automatismo, la alienación, la pequeña y sutil magia de los cuerpos que saben lo que hacen, aunque no sepan para qué.
Comprobamos que el mundo fabril no tiene tiempo. Que la Historia con mayúscula atraviesa las historias minúsculas. Que las operarias se sueltan el pelo después de su jornada de trabajo, para volver a ser mujeres.
Ahí donde nadie mira, puertas adentro, Mundo Fabril pone un ojo y una oreja; amplifica un universo lleno de extraña vitalidad. Retrato del instante en que, como inquietante ráfaga, por el rabillo del ojo, percibimos que hombre y máquina son la misma cosa. Por eso, dice uno de los operarios, a las máquinas hay que tratarlas bien.

Sol Lebenfisz